Reflexiones varias
A ver, vayamos por partes.
Regalos para una mujer (yo misma, por poner un ejemplo) de su pretendiente masculino.
A ver, para todos aquellos hombres perdidos en el terrorífico mundo de hacer un regalo a su novia (de verdad que no me gustaría estar en sus zapatos). Hay algunas premisas básicas.
1- El primer NO rotundo se lo lleva el perfume.
El aroma que queremos llevar es un asunto muy personal. Es algo que quiero decidir yo, en ese aspecto soy muy exigente, estoy entrenada desde niña, tengo un olfato muy agudo y las ideas muy claras. (Características que me gustaría trasladar a otros aspectos de la vida cotidiana, pero bueno, dejemos aparte los retos personales). No quiero, ni me parece entrañable que pases dos horas en el stand de cierto centro comercial eligiendo el perfume que tú y esa "experta" en la materia consideréis que se parece a lo que actualmente estoy utilizando. Perfume que probablemente ni conozca pero al que intentara acercarse catalogándolo en floral, cítrico u oriental.
Ni se te ocurra regalarme el mismo porque si he llegado al improbable caso de terminar un frasco, seguramente ya esté con la mente en otro perfume muy diferente. Además, ¿cuál es la gracia de hacer un regalo a tiro hecho? Un regalo no es como reponer la leche en la nevera. Algo con lo que se agradece el detalle y la consideración. No. Un regalo debe sorprender e ilusionar. Hay que elegirlo con premeditación y alevosía. Igual que los dardos envenenados que nos lanzáis en las discusiones sabiendo que van a doler haciendo diana en nuestro punto débil. Algo parecido pasa con los regalos, cambiando el dardo envenenado por un paquete exquisitamente envuelto (si es pequeñito, ¡promete!), que nos depositáis dulcemente sabiendo que el contenido subirá enteros en nuestra vanidad.
Porque un regalo debe ser vano, inútil e insustancial, pero que nos llene de arrogancia, presunción y envanecimiento, y que no se quede en una vana representación, ilusión o ficción de la fantasía. (Rae dixit).
Así que por esta regla de tres, por favor, dejad de una vez el tema de la ropa (2). A no ser que sea un vestidito de ensueño, una estola de piel de visón, ropa interior suntuosa e incomodísima... La consigna es poco práctico y que no le vayamos a sacar mucho partido. Y especial...
Si no, mejor no meterse en este berenjenal. No conozco a nadie que haya acertado regalándome ropa. Ni siquiera mis mejores amigas aduciendo que es totalmentemi rollo. Y eso que ellas lo conocen bastante bien. Pero mi estilo visto desde ojos ajenos puede resultar o demasiado babydoll, o demasiado rockero, o una mezcla de los dos. Y al final o acabo con algo de lo que tengo 25 prendas parecidas en el armario y del que ya se me ha pasado la fiebre o tiene ese toque que lo hace horrible aunque a mi madre le parezca exactamente igual que el que me enamoró en aquella tienda.
Igual con el calzado. Una puntera demasiado afilada o chata, suela en triángulo, plataformas o poco tacón hará que sean descartados de inmediato. Con los zapatos tengo una obsesión que raya el fetichismo y como buena fetichista, deben ser "exactamente así" o si no no producen el estímulo adecuado y unos zapatos deben ser sugerentes, sí, sugerentes y muy estimulantes.
Y sinceramente, para que me regaléis un jersey normalito para salir del paso... Y si lo tengo que devolver ya no es un regalo. Lo que nos gusta es que sea algo que hayáis elegido para nosotras, con lo que nos habéis imaginado ataviadas.
3- Por favor, olvidad los gadgets tecnológicos. Hablo por mí, claro.
Luego hay cosas para los que soy muy sencilla. Por ejemplo libros o productos gourmet. Bueno, no tan sencilla, en realidad...
Así que vamos a allanar el camino e ir al grano.
Sed realistas, pedid lo imposible.
Allá va.
Regaladnos una joya para estas fiestas. Así de sencillo y natural. Cuidadosamente elegida por vosotros especialmente para nosotras. Algo tienen las joyas, tal vez por el desembolso que suponen, tal vez porque a los hombres les gusta decidir sobre esos pequeños "best friends" que son atemporales sin meterse en líos de modas, ya sea por el ambiente que se produce en torno al proceso de compra, donde un buen dependiente irá indagando, y obligando, al comprador a pensar y definir el estilo de la destinataria. Por lo que sea, suelen ser regalos meditados con cariño e ilusión y orientados hacia una persona en concreto.
A todas nos encantará. Y esta vez por motivos prácticos: para que su fulgor nos caliente en invierno, que caldee nuestro corazón con vuestro recuerdo cuando la veamos brillando. Hay una relación muy íntima entre una mujer y una joya, hay muchos sentimientos asociados a ellas. No hay mejor piropo.
1- El primer NO rotundo se lo lleva el perfume.
El aroma que queremos llevar es un asunto muy personal. Es algo que quiero decidir yo, en ese aspecto soy muy exigente, estoy entrenada desde niña, tengo un olfato muy agudo y las ideas muy claras. (Características que me gustaría trasladar a otros aspectos de la vida cotidiana, pero bueno, dejemos aparte los retos personales). No quiero, ni me parece entrañable que pases dos horas en el stand de cierto centro comercial eligiendo el perfume que tú y esa "experta" en la materia consideréis que se parece a lo que actualmente estoy utilizando. Perfume que probablemente ni conozca pero al que intentara acercarse catalogándolo en floral, cítrico u oriental.
Ni se te ocurra regalarme el mismo porque si he llegado al improbable caso de terminar un frasco, seguramente ya esté con la mente en otro perfume muy diferente. Además, ¿cuál es la gracia de hacer un regalo a tiro hecho? Un regalo no es como reponer la leche en la nevera. Algo con lo que se agradece el detalle y la consideración. No. Un regalo debe sorprender e ilusionar. Hay que elegirlo con premeditación y alevosía. Igual que los dardos envenenados que nos lanzáis en las discusiones sabiendo que van a doler haciendo diana en nuestro punto débil. Algo parecido pasa con los regalos, cambiando el dardo envenenado por un paquete exquisitamente envuelto (si es pequeñito, ¡promete!), que nos depositáis dulcemente sabiendo que el contenido subirá enteros en nuestra vanidad.
Porque un regalo debe ser vano, inútil e insustancial, pero que nos llene de arrogancia, presunción y envanecimiento, y que no se quede en una vana representación, ilusión o ficción de la fantasía. (Rae dixit).
Así que por esta regla de tres, por favor, dejad de una vez el tema de la ropa (2). A no ser que sea un vestidito de ensueño, una estola de piel de visón, ropa interior suntuosa e incomodísima... La consigna es poco práctico y que no le vayamos a sacar mucho partido. Y especial...
Si no, mejor no meterse en este berenjenal. No conozco a nadie que haya acertado regalándome ropa. Ni siquiera mis mejores amigas aduciendo que es totalmentemi rollo. Y eso que ellas lo conocen bastante bien. Pero mi estilo visto desde ojos ajenos puede resultar o demasiado babydoll, o demasiado rockero, o una mezcla de los dos. Y al final o acabo con algo de lo que tengo 25 prendas parecidas en el armario y del que ya se me ha pasado la fiebre o tiene ese toque que lo hace horrible aunque a mi madre le parezca exactamente igual que el que me enamoró en aquella tienda.
Igual con el calzado. Una puntera demasiado afilada o chata, suela en triángulo, plataformas o poco tacón hará que sean descartados de inmediato. Con los zapatos tengo una obsesión que raya el fetichismo y como buena fetichista, deben ser "exactamente así" o si no no producen el estímulo adecuado y unos zapatos deben ser sugerentes, sí, sugerentes y muy estimulantes.
Y sinceramente, para que me regaléis un jersey normalito para salir del paso... Y si lo tengo que devolver ya no es un regalo. Lo que nos gusta es que sea algo que hayáis elegido para nosotras, con lo que nos habéis imaginado ataviadas.
3- Por favor, olvidad los gadgets tecnológicos. Hablo por mí, claro.
Luego hay cosas para los que soy muy sencilla. Por ejemplo libros o productos gourmet. Bueno, no tan sencilla, en realidad...
Así que vamos a allanar el camino e ir al grano.
Sed realistas, pedid lo imposible.
Allá va.
Regaladnos una joya para estas fiestas. Así de sencillo y natural. Cuidadosamente elegida por vosotros especialmente para nosotras. Algo tienen las joyas, tal vez por el desembolso que suponen, tal vez porque a los hombres les gusta decidir sobre esos pequeños "best friends" que son atemporales sin meterse en líos de modas, ya sea por el ambiente que se produce en torno al proceso de compra, donde un buen dependiente irá indagando, y obligando, al comprador a pensar y definir el estilo de la destinataria. Por lo que sea, suelen ser regalos meditados con cariño e ilusión y orientados hacia una persona en concreto.
A todas nos encantará. Y esta vez por motivos prácticos: para que su fulgor nos caliente en invierno, que caldee nuestro corazón con vuestro recuerdo cuando la veamos brillando. Hay una relación muy íntima entre una mujer y una joya, hay muchos sentimientos asociados a ellas. No hay mejor piropo.
Aun a riesgo de pecar de charlatana de autoayuda...
No soy nada amante de las frases que parecen recién sacadas de un libro de autoayuda y me parece que ésta peca un poco-mucho de ser este estilo. La autora es Courtney A. Walsh, una joven escritora estadounidense. No he leído nada de ella ni he investigado lo suficiente para saber cuál es su estilo pero parece que ha tocado un poco todos los palos, colaborando con medios de muy diversa índole. Vale. Tampoco me ha fascinado tanto el tema como para ponerme a buscar su bibliografía. He curioseado por mi adorada wikipedia y punto. (Sí, algún día prometo hacer la donación que con mirada penetrante y tierna nos pide su fundador, Jimmy Wales).
Bueno, por no enrollarme más de la cuenta, termino diciendo que me gusta la idea de que procedemos de un amor enorme e incondicional y que volveremos a él. Pero mientras tanto, durante nuestro periplo en la tierra, no estamos llamados a experimentar ese amor sino todas las facetas que lo conforman, que caben en él: el amor universal, desordenado, dulce, roto... Y que no hemos venido para ser perfectos porque eso ya lo somos por el simple hecho de existir. Hemos venido para ser maravillosamente humanos, con nuestros errores. Con imperfecciones, pero fabulosos.
Simplemente ser conscientes de la magia de estar aquí, agradecer la gracia de existir, no ser demasiado exigentes con nosotros mismos y saber que no todo siempre tiene que ser perfecto porque somos humanos.
Sí, al final un poco de autoayuda puede que sea. Pero sí, hay veces que se necesita y nos gusta.
Y basta ya de esta vena místico-esotérica que me ha dado últimamente, prometo volver a la vida real en breve. Sólo quería estar al campo y a las flores por una temporada pero ya ha llegado el momento de aterrizar y de dejarse de señales, presentimientos y sextos sentidos.
Bueno, por no enrollarme más de la cuenta, termino diciendo que me gusta la idea de que procedemos de un amor enorme e incondicional y que volveremos a él. Pero mientras tanto, durante nuestro periplo en la tierra, no estamos llamados a experimentar ese amor sino todas las facetas que lo conforman, que caben en él: el amor universal, desordenado, dulce, roto... Y que no hemos venido para ser perfectos porque eso ya lo somos por el simple hecho de existir. Hemos venido para ser maravillosamente humanos, con nuestros errores. Con imperfecciones, pero fabulosos.
Simplemente ser conscientes de la magia de estar aquí, agradecer la gracia de existir, no ser demasiado exigentes con nosotros mismos y saber que no todo siempre tiene que ser perfecto porque somos humanos.
Sí, al final un poco de autoayuda puede que sea. Pero sí, hay veces que se necesita y nos gusta.
Y basta ya de esta vena místico-esotérica que me ha dado últimamente, prometo volver a la vida real en breve. Sólo quería estar al campo y a las flores por una temporada pero ya ha llegado el momento de aterrizar y de dejarse de señales, presentimientos y sextos sentidos.
Un nuevo año se está gestando
¿Hemos hecho ya nuestra lista de propósitos para el próximo año? ¿Los mismos que en septiembre o hay alguno nuevo? Eso quiere decir que hay otra cosa que queremos cambiar, otro vicio que hemos añadido a la ya larga lista, otra cosa en la que enmendarnos.
Somos terribles y poco realistas. Nos ponemos más deberes que la profesora más odiada de la escuela que siempre veía en ese puente ideal, en el que te ibas de viaje con tus amigos, unos días muy propicios para estudiar y aplicarte quedándote encerrada en casa, porque ya se encargaba ella de ponerte un examen a la vuelta de las mini vacances. En realidad, no tenía porqué ser así, porque todos habíamos ido llevando las lecciones al día y con repasar un poquito era suficiente para sacar matrícula mínimo. Vamos, no me jodas. Pero claro, al final ni suspendías el viaje, ni te quedabas estudiando ni Cristo que lo fundó. Te hacías la cabriola mental de que te daría tiempo volviendo el domingo por la mañana y estudiando todo el día y te vas, sí, pero ya no disfrutas sin remordimientos y libre. Tienes ahí un peso continuo que no te permite relajarte y disfrutar al 100%, un peso proporcional al del libro de matemáticas.
¡Pues claro que te largabas! ¿No te vas a ir de puente con tus amigos? Y esta gracieta (por no decir hijoputada) de la profesora te obligaba a mentir a tus padres para que no fueran pesados (bastante tenías con tu Pepito Grillo personal) o unos aguafiestas en el peor de los casos (dependiendo de tu expediente hasta la fecha) suspendiendo el viaje para evitar que suspendieras la asignatura. Así que: "No, la profe no nos ha mandado deberes. Con eso del puente...". Hace que te mientas a ti mismo: "A ver, ¿en 8 horas no voy a ser capaz de meterme 12 temas?".
Pero que nadie piense que nos quedábamos tan a gusto. Te ibas con ese sentimiento de culpa por no estar cumpliendo con tu obligación, la sensación de estar jugándote el curso, defraudando a tus padres, engañándoles vilmente, siendo una viva la vida a la que le da igual todo, poco responsable... Qué infierno, Dios mío. Porque irte te ibas pero la sombra del puto examen te acompañaba durante el viaje. ¡Eso que conste! Deshacerte de ella dependía de la capacidad de abstracción de cada uno, pero de vez en cuando se aparecía, se aparecía...
Normalmente a tus compañeros de viaje les pasaba lo mismo y los veías despreocupados y tranquilos, incluso temerarios y resignados: "Buah, paso de ese examen, ya lo aprobaré en la repesca" o "Es poca cosa, son temas cortos, con un par de horas vas sobrada" o "Paso de esa asignatura, que le den". Estos solían ser los chicos, la procesión iría por dentro, pero sinceramente, no vende el típico pardillo apocado y responsable. En el cole cuanto más pieza, más chicas detrás.
Ellas eran más pavas y te metían el miedo en el cuerpo. "Uffff, es muchísimo, llevo dos días haciéndome esquemas y voy por el cuarto tema sólo" o "¿Que no has empezado?, pffff....pues no sé si te va a dar tiempo". Pero claro, de ellas pasabas. Uno cree a quien quiere creer. Y cree también en sus propias posibilidades. Yo siempre he sido de las del día de antes y he ido más que sobrada, pero...¿y si esta vez era diferente? Desasosiego garantizado. Un poco de terapia preguntándole a los chicos. ¡Y a volar!
En la actualidad, ya desenvolviéndonos en el mundo adulto (con más o menos soltura), nos tratamos igual que esa profesora horrible. En diciembre se supone que la gente saca a relucir su faceta "Contable", enciende la calculadora mental y empieza a evaluar qué hay en el Debe y qué en el Haber. Qué hemos tenido de positivo este año, qué hemos logrado por nosotros mismos, qué nos ha sido dado, en qué la hemos cagado, en qué hemos tenido mala suerte, qué tenemos que mejorar, qué hay que cambiar... ¿Eso sirve de algo o simplemente crea frustración? Como dice Lutero, y repiten en la película elegida este mes de Ingmar Bergman, la moral no es cosa de un día, debe ser algo continuo.
Somos terribles y poco realistas. Nos ponemos más deberes que la profesora más odiada de la escuela que siempre veía en ese puente ideal, en el que te ibas de viaje con tus amigos, unos días muy propicios para estudiar y aplicarte quedándote encerrada en casa, porque ya se encargaba ella de ponerte un examen a la vuelta de las mini vacances. En realidad, no tenía porqué ser así, porque todos habíamos ido llevando las lecciones al día y con repasar un poquito era suficiente para sacar matrícula mínimo. Vamos, no me jodas. Pero claro, al final ni suspendías el viaje, ni te quedabas estudiando ni Cristo que lo fundó. Te hacías la cabriola mental de que te daría tiempo volviendo el domingo por la mañana y estudiando todo el día y te vas, sí, pero ya no disfrutas sin remordimientos y libre. Tienes ahí un peso continuo que no te permite relajarte y disfrutar al 100%, un peso proporcional al del libro de matemáticas.
¡Pues claro que te largabas! ¿No te vas a ir de puente con tus amigos? Y esta gracieta (por no decir hijoputada) de la profesora te obligaba a mentir a tus padres para que no fueran pesados (bastante tenías con tu Pepito Grillo personal) o unos aguafiestas en el peor de los casos (dependiendo de tu expediente hasta la fecha) suspendiendo el viaje para evitar que suspendieras la asignatura. Así que: "No, la profe no nos ha mandado deberes. Con eso del puente...". Hace que te mientas a ti mismo: "A ver, ¿en 8 horas no voy a ser capaz de meterme 12 temas?".
Pero que nadie piense que nos quedábamos tan a gusto. Te ibas con ese sentimiento de culpa por no estar cumpliendo con tu obligación, la sensación de estar jugándote el curso, defraudando a tus padres, engañándoles vilmente, siendo una viva la vida a la que le da igual todo, poco responsable... Qué infierno, Dios mío. Porque irte te ibas pero la sombra del puto examen te acompañaba durante el viaje. ¡Eso que conste! Deshacerte de ella dependía de la capacidad de abstracción de cada uno, pero de vez en cuando se aparecía, se aparecía...
Normalmente a tus compañeros de viaje les pasaba lo mismo y los veías despreocupados y tranquilos, incluso temerarios y resignados: "Buah, paso de ese examen, ya lo aprobaré en la repesca" o "Es poca cosa, son temas cortos, con un par de horas vas sobrada" o "Paso de esa asignatura, que le den". Estos solían ser los chicos, la procesión iría por dentro, pero sinceramente, no vende el típico pardillo apocado y responsable. En el cole cuanto más pieza, más chicas detrás.
Ellas eran más pavas y te metían el miedo en el cuerpo. "Uffff, es muchísimo, llevo dos días haciéndome esquemas y voy por el cuarto tema sólo" o "¿Que no has empezado?, pffff....pues no sé si te va a dar tiempo". Pero claro, de ellas pasabas. Uno cree a quien quiere creer. Y cree también en sus propias posibilidades. Yo siempre he sido de las del día de antes y he ido más que sobrada, pero...¿y si esta vez era diferente? Desasosiego garantizado. Un poco de terapia preguntándole a los chicos. ¡Y a volar!
En la actualidad, ya desenvolviéndonos en el mundo adulto (con más o menos soltura), nos tratamos igual que esa profesora horrible. En diciembre se supone que la gente saca a relucir su faceta "Contable", enciende la calculadora mental y empieza a evaluar qué hay en el Debe y qué en el Haber. Qué hemos tenido de positivo este año, qué hemos logrado por nosotros mismos, qué nos ha sido dado, en qué la hemos cagado, en qué hemos tenido mala suerte, qué tenemos que mejorar, qué hay que cambiar... ¿Eso sirve de algo o simplemente crea frustración? Como dice Lutero, y repiten en la película elegida este mes de Ingmar Bergman, la moral no es cosa de un día, debe ser algo continuo.
Yo desde luego no hago balance exacto y detallado de lo que ha ido bien o no, de lo que me llevo de extra o de lo que voy floja. Simplemente tengo una sensación general de que ha sido un buen año o peorcillo. Pasa una cosa curiosa, si ha sido malo lo catalogas en seguida como tal, "que se pase ya el 2012 porque realmente no ha sido para enmarcar". También lo estás comparando con el mejor que hayas tenido. El cual seguramente en sus últimos días no evaluabas tan benévolamente. Y es posible que éste que ahora juzgas con tanta dureza, con el tiempo pase a ser de los más maravillosos, o al menos relajado, nada excepcional, pero tampoco malo, incluso bueno al más puro estilo british: No News, good News. Las valoraciones cambian con el tiempo, y según las experiencias que nos toquen. "Otro vendrá que bueno me hará".
Está bien que clasifiques el año como "no muy bueno" si eso te ayuda a empezar con fuerza, ganas e ilusión, el siguiente, poniendo todo de tu parte para que sea fantástico .No mejor que el anterior, sino fabuloso por sí mismo. (Por aquello de que llega más lejos el que apunta a la luna que el que apunta a un árbol). Que las comparaciones son odiosas y así evitamos tenernos que contradecir.
Pero vamos a ser positivos y olvidarnos de los viejos vicios.
Está bien que clasifiques el año como "no muy bueno" si eso te ayuda a empezar con fuerza, ganas e ilusión, el siguiente, poniendo todo de tu parte para que sea fantástico .No mejor que el anterior, sino fabuloso por sí mismo. (Por aquello de que llega más lejos el que apunta a la luna que el que apunta a un árbol). Que las comparaciones son odiosas y así evitamos tenernos que contradecir.
Pero vamos a ser positivos y olvidarnos de los viejos vicios.
Propósitos, ¡qué digo!, Mandamientos para año nuevo (que son un remember mix de los de siempre):
-No cabrearme por estupideces, respirar hondo y sujetar mi lengua.
-Ser más tolerante y reírme más.
- Dar importancia, sinceramente, a lo que la tiene. (No a lo que un amargado quiere que se la des). No picar en los anzuelos.
- Ser más indulgente conmigo misma y con lo que pasa cotidianamente en el mundo, por el hecho de vivir en él. Puedo perder unas llaves allá por cuando, no es el fin del mundo ni significa que me haya mirado un tuerto, ni me puede estar cabreando el tema durante un mes. Se va a hacer una copia de las que aún me quedan y punto. Tampoco tienes gafe por haber pinchado una rueda. Las ruedas se estropean, se gastan, se cambian. Las de tu coche no van a ser eternas. (Y eso por hablar de temas materiales). Aceptar que el mundo es impermanente y no aferrarme a cosas que ya no existen. (Este de profundis se refiere a relaciones con los demás, evidentemente, no hablo de aferrarme a mi inexistente rueda).
- No pensar tanto las cosas. Aprender, aprehender e interiorizar la frase fundamental de la familia:
No pienses.
Si por causas de fuerza mayor te fuera imposible no pensar,
procura no llegar a ninguna conclusión o, como mucho, a la conclusión:
"Ya no pienso más"
Si por causas de fuerza mayor te fuera imposible no pensar,
procura no llegar a ninguna conclusión o, como mucho, a la conclusión:
"Ya no pienso más"
¡Que de verdad que no hay que pensar tanto! ¡Que le damos muchas vueltas a las cosas! Sobretodo a las que menos lo requieren... Y ¿para qué? ¿Para decirnos: "¡Lo sabía!"?, ¿para alucinar por no haber pensado ni siquiera en la posibilidad?, ¿para controlar?, ¿para controlar el qué?, ¿lo que va a pasar? Baja del árbol, alma cándida.
Y ánimo, hay un año que se está gestando, lleno de encanto, de experiencias por vivir. Muchas de ellas son tonterías, puedes hacer una montaña de una estupidez si te apetece y amargarte en ella. Pero mira más allá. Viene cargadito de magia, dispuesto a que lo vivas y le saques todo su jugo, lo disfrutes al máximo, explores todas sus posibilidades, están ahí, al alcance de tu mano, para que las aproveches, las investigues, las experimentes, las tantees...
Y ánimo, hay un año que se está gestando, lleno de encanto, de experiencias por vivir. Muchas de ellas son tonterías, puedes hacer una montaña de una estupidez si te apetece y amargarte en ella. Pero mira más allá. Viene cargadito de magia, dispuesto a que lo vivas y le saques todo su jugo, lo disfrutes al máximo, explores todas sus posibilidades, están ahí, al alcance de tu mano, para que las aproveches, las investigues, las experimentes, las tantees...
Es una maravilla que estés aquí. Hay muchas posibilidades. Aunque suene de nuevo a autoayuda, a romanticismo existencial manido y barato. Pero ya habrá tiempo para escepticismos y desengaños. Ahora toca estar en una nube de algodón, positiva y emocionada de la vida.
No va a haber otro año como éste, nunca vas a estar tan estupenda, ni en estas circunstancias, ni con estos compañeros de viaje. Veloz el tiempo vuela... No lo pierdas pensando en las cosas que podrían ser, en cómo fueron, en que así es cierto que está bien, pero si pasara esto ya sería... Disfruta el momento. Si estás sentado, siéntate; si estás caminando, camina. (No encuentro la cita textual). Déjate de expectativas, de siempre querer más, de pensar en lo próximo cuando acabas de conseguir esto.
No va a haber otro año como éste, nunca vas a estar tan estupenda, ni en estas circunstancias, ni con estos compañeros de viaje. Veloz el tiempo vuela... No lo pierdas pensando en las cosas que podrían ser, en cómo fueron, en que así es cierto que está bien, pero si pasara esto ya sería... Disfruta el momento. Si estás sentado, siéntate; si estás caminando, camina. (No encuentro la cita textual). Déjate de expectativas, de siempre querer más, de pensar en lo próximo cuando acabas de conseguir esto.
Venga, Dorothy, sólo tienes que creértelo. Vas a empezar el viaje por el 2013. ¿Estás preparada? ¿Te hace ilusión? ¿Notas el regurgitar de las aventurillas incubándose? Vive todo en su totalidad, disfrutando cada segundo que el destino te ponga por delante vivir. Te está pasando a ti, y solamente a ti. Por estas circunstancias, por un plan superior preestablecido, por puro azar, por lo que sea. Disfruta y aprende, aprende y disfruta.
Choca tres veces tus zapatos, cierra los ojos... y métete de lleno.
Choca tres veces tus zapatos, cierra los ojos... y métete de lleno.
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