lunes, 18 de febrero de 2013

Genji Monogatari. Segunda parte: Catástrofe Murasaki Shikibu


Fragmentos literarios

Imagen
Luzinterruptus

Genji Monogatari. Segunda parte: Catástrofe
Murasaki Shikibu



Esos pensamientos la sumían invariablemente en un extraño silencio, que, aun resultándole incómodo, no tenía deseos de romper.


Desde el principio fue objeto de los máximos honores, y nada le ocurrió que lo llevara a cuestionar su autoestima o sus limitaciones.


¿Cómo se iba a tomar la nueva situación?, se preguntaba Genji, no poco angustiado. Él sabía que sus sentimientos hacia ella nunca cambiarían, y, de hacerlo, sólo sería para hacerse más intensos, pero estas cosas sólo se ven con el paso del tiempo, y mientras tanto, Murasaki viviría sumida en una incertidumbre cruel que no merecía. Durante los últimos años ambos habían sido muy felices y la idea de que existiera un secreto que los separara le parecía insoportable, pero aquella noche prefirió no contarle nada.



Procura no hacer caso de lo que dirá la gente. Ocurre algo extraño con los rumores: ignoramos de dónde vienen y quién los ha puesto en circulación pero tendemos a tomarlos en serio y a permitir que empozoñen nuestras vidas. Presta oídos únicamente a tus propios sentimientos y convicciones, y deja que las cosas fluyan por sí solas. No empieces a imaginar cosas y a tener celos del aire.



Al principio su personalidad resultaba fascinante, pero era una mujer de trato extraordinariamente difícil... Todos aceptamos como algo natural que las personas se enfaden o pierdan los estribos de vez en cuando, y que, con el paso el tiempo, las relaciones se enfríen. Pero, para ella, la menor injuria se convertía con el paso de las horas en el peor de los agravios... Llegó un momento en que ni yo podía ir a visitarla ni ella estaba dispuesta a recibirme... Su orgullo trataba todas mis ausencias como delitos, y me castigaba con un trato glacial que se prolongaba meses enteros, exigiendo de mí que le presentara abyectas apologías por mis faltas... Fue imposible mantener secreta nuestra relación. Conociendo su temperamento, nada pudo ser peor... La idea de que la corte hablara de ella y de mis pretendidos "desvíos" la torturaba, y, aunque la mayor parte de los problemas entre los dos debían achacarse a sus celos y no a mi actitud, acabé por comprenderla y sentirme terriblemente infeliz, como si de veras fuese yo el culpable...



En estos casos, lo más importante es nuestra propia confianza. Si albergamos pensamientos de coraje, las circunstancias mejorarán, pero si nos mantenemos apocados, la mala suerte podrá con nosotros. Ocurre lo mismo con la salud.



Otros comentaban que los prodigios, como los cometas, duran poco y que tal vez es mejor que así sea, pues, de lo contrario, acabaría siendo verdad aquel viejo proverbio que dice que si el cerezo no perdiera jamás sus flores, pasaríamos junto a él sin reparar en sus encantos.



Viendo que mi suerte no se acababa de decidir, intenté olvidarte para siempre, pero te había llevado dentro demasiados años para que fuera posible...



Incapaz de conciliar el sueño, se puso a pensar en los trastornos que, muy a pesar suyo, había logrado provocar en dos casas y se admiraba de que aún hubiese quienes consideraban el amor lo mejor de este mundo...




Hay hombres que ceden ante las lágrimas y los suspiros, pero las promesas que se arrancan por esos medios se rompen con suma facilidad... Y ambas partes quedan con muy mal sabor de boca. 



Por más que se repitiera a sí mismo y dijese a los demás que esas cosas "tienen que ocurrir", hay momentos en que cuesta mucho aceptar el orden natural de los acontecimientos. Bajo los efectos del dolor, el mundo le parecía una pesadilla crepuscular.



Genji no podía dejar de pensar en lo que había sido su vida. Desde muy joven, el rostro que el espejo le mostrara parecía anunciarle que el Iluminado lo había elegido para ser objeto de honores excepcionales, pero muy pronto se dio cuenta de que lo que Buda realmente quería era hacerle probar antes que a otros las angustias de este mundo impermanente. Pero él siguió actuando como si no hubiera aprendido la lección y ahora le había caído encima un dolor como ningún hombre del pasado o del futuro había conocido ni conocería. Quería romper con el mundo y entregarse en cuerpo y alma a la meditación y a las devociones. Pero, ¿cómo emprender el camino que tanto le tentaba con aquella pena enorme pesando como una losa sobre su alma? Angustiado, dirigía sus plegarias a Amida:
- Haz que mi dolor no sea más grande de lo que resulta razonable en esta vida. Permite que olvide "un poco" a Murasaki. 




He tenido de todo en la vida, seguramente debido a mi encumbrado nacimiento -les dijo-, pero siempre intuí que también había nacido para el dolor. Aunque Buda Amida me ha hecho ver, con mayor claridad que a los demás, lo insustancial y transitorio de este mundo en el que nos ha tocado vivir, durante años hice como que lo ignoraba, hasta que he llegado al final. Ahora acepto mis muchas limitaciones y las manchas que traje conmigo de vidas anteriores. Ya no hay nada que me ate al mundo.




Muy poco dura el rocío
sobre los pétalos del hagi.
Creemos estar viéndolo aún,
y ya no está.




El estudio del chino le rebasaba y tampoco fue instruído en cuestiones de política y economía, pues, en el fondo, sentía un absoluto desinterés por todo lo práctico. En cambio, su elegancia y distinción eran extraordinarios.




Examinadas las diversas etapas de mi vida y los incidentes que la marcaron, nadie se extrañará de que me hartara del mundo y me consagrara a lo espiritual. Se diría que el mismo Buda procuró acumular catástrofe sobre catástrofe a lo largo de mi existencia, para que me desligara definitivamente del mundo físico. Y, sin embargo, aquí me tienes, con un pie en la sepultura y la mitad de mis pensamientos ligados aún a lo terrenal, sin pensar en el futuro, ajeno a las advertencias de mi propio pasado...




Tened la seguridad de que no es esto lo que el destino os tiene reservado, porque sois diferentes de las demás, y permaneced solas en Uji. Una vez hayáis tomado una resolución firme en este sentido, los años pasarán tranquilos y sin sufrimientos. Gran cosa es para una mujer (y también para un hombre) vivir lejos del mundo y sus calumnias.




Incluso en sus últimos momentos pensó en ellas y eso, a juicio de su maestro, era un grave inconveniente a la hora de asegurarse la liberación, pues las puertas del paraíso solo se abren a quienes llegan a ellas libres de todo deseo o anhelo humano.




Detesto los flirteos, que me dejan sin palabras y casi paralizado. En cuanto pienso que ha llegado el momento de desvelar mis sentimientos a alguien que me atrae, soy incapaz de hacer el menor gesto o el discurso más breve. Por herido o furioso que me sienta, me quedo mudo y tieso como una estatua, avergonzado hasta los tuétanos porque sé cuán ridículo parezco a los demás. 




...al evocar la continua zozobra en que vivía su hermana, se reafirmó en la idea de que las relaciones entre marido y mujer son lo más doloroso de este mundo. ¿Cómo iba a entregarse ella a un hombre? Aun reconociendo que los primeros escarceos amorosos resultan placenteros, la relación acaba invariablemente convertida en fuente de amargura para ambos, y, sobre todo, para la mujer.



Por regla general, los que llegan a la conclusión de que todo en el mundo es vanidad lo hacen movidos por algún desengaño a desgracia particulares.



El cumplimiento del deber no tiene como única finalidad ganarse el respeto de los demás, sino, por encima de todo, el de uno mismo.



También Kaoru repasaba su conducta desde que la conociera, y, para su pesar, la hallaba llena de equivocaciones. Hubiese querido que todo pudiera empezar de nuevo... Mientras tanto se consolaba rezando, vuelto de espaldas al mundo y a todo lo terrenal.




Cuando miro hacia atrás,
¡qué inseguro me parece el camino recorrido!
¿Qué sé yo del camino 
que me espera en el futuro?




El futuro era incierto. ¿Qué sería de ella si las cosas no salían como había previsto? A veces hubiese querido regresar a días pasados en que, equivocadamente, se había considerado desgraciada...




Siempre pensé que, aunque nadie consiga en este mundo todo lo que desea, debe seguir adelante, abriéndose camino en él sin preocuparse en exceso por las contrariedades que inevitablemente le saldrán al paso ni quejarse de sus fracasos -dijo Kaoru -. Pero ahora me doy cuenta de que hay derrotas y pérdidas que no conocen paz ni tregua, y remordimientos incurables.




Más tarde, al meditar sobre todo ello, me parecía que si un acontecimiento tan trágico como el fallecimiento de Genji había sido "reparado" por el tiempo, no existía dolor en la tierra que el paso de los años no pudiera sanar. Me equivocaba. Hasta el día de hoy he recibido dos lecciones sobre la impermanencia de las cosas, y la última me ha abierto una herida de la que probablemente no me recobraré jamás. Incluso me hace temer en relación con el mundo del más allá, pues pienso que, al morir, llevaré conmigo una dosis abundante de insatisfacción y reproches.




En este mundo nunca se obtiene todo lo que se anhela. Aprended a aceptar las cosas según se presenten.



...pero sabiéndolos a ambos tan complicados, tan retorcidos, tan hipersensibles, prefirió no terciar en la polémica. 



La joven lo vio partir, y, mientras su figura se alejaba, se dijo que una princesa no debe dejarse rendir por emociones indignas. "Aunque su almohada navegue en un río de llanto" (*), su corazón ha de permanecer en todo momento bajo control.
(*) Kokinshu.


 Pero su forma de comportarse durante aquella última noche la desconcertó muchísimo, y, por más que buscaba una luz en aquella oscuridad, no conseguía dar con ella. No cesaba de repetirse que, si seguía viviendo, su existencia sufriría a la fuerza algún tipo de cambio, pero no adivinaba cuál. Sea como fuere, se resistía a abandonar la partida aún...




Cada día que pasaba, el mundo se estrechaba un poco más a su alrededor. Si quería sobrevivir, debía aprender a aceptar su destino y recibir lo que se presentase fingiendo alegría.



El rocío cae
más tarde o más temprano.
Pero el hecho de saberlo
no hace la espera más fácil




A lo largo de muchos años ambas habían compartido flores, árboles, músicas, pájaros, el paso de las estaciones... A veces una empezaba un poema y la otra lo concluía. Habían vivido periodos de tinieblas y de dolor, pero siempre compartiendo la inmensa suerte de estar juntas. Ahora, incluso cuando algo la divertía o interesaba, no tenía con quien comentarlo. Su vida era pura soledad ininterrumpida. Sentía, si cabe, una pena mayor que cuando murió su padre. La insatisfacción igualaba días y noches, pero no le quedaba más remedio que aceptar las cosas según venían, y parecía absurdo quejarse de que el fin no llegara a pesar de sus deseos.




Hay gente que vaga por el mundo bajo sus propias nubes, y seguramente éste es mi caso...



La vida es fugaz, y debemos aprovechar cuanto nos ofrece. No empeores las cosas con cuidados inútiles...




Nunca antes se había sentido Ukifune tan desamparada. ¡Cuánto le pesaba en aquellos momentos su joven vida! Tampoco parecía más satisfecha la esposa del gobernador: era una vergüenza permitir que aquella belleza excepcional se agostara en aquel rincón del mundo... Siempre confió en que sus propios encantos eran más que suficientes para abrirle las puertas del matrimonio, pero ahora tenía que reconocer que se había equivocado...



La "gobernadora" solía comportarse como una mujer sensata y responsable, pero cuando se asustaba o se enfurecía, era capaz de perder por completo la cabeza y lanzarse a actuaciones disparatadas sin aconsejarse con nadie.



Atravesé las cumbres nevadas
y el río helado sin perderme. 
Pero mi corazón
se ha extraviado en ti.



¡Qué poco sabemos de lo que ocurre en el interior de los demás!



- ¡Decídete de una vez y no gimotees más! Si el príncipe te ama tanto como dice, síguele de una vez y no vuelvas a quejarte. Carece de sentido dejarse vencer por el destino... (...)
- ¡Eres terrible! -le interrumpió Jiju (...)- ¡Nadie puede escapar a su destino, (...)
Decídete de una vez, en un sentido o un otro, y te encontrarás mucho mejor. Pase lo que pase, será obra del destino.



Es absurdo poner un sentimiento a prueba sin necesidad alguna.




Acababa de dejar los tres meses de luto atrás, y soportó la ceremonia de la purificación como un trámite más que las circunstancias le imponían.



¿Por qué había vivido de un modo tan premioso mientras vivió? ¿Por qué no defendió su causa más intensamente? Su interior ardía de los reproches que se hacía, y aquel fuego le quemaba sin que supiera cómo apagarlo, ¿por qué el amor había de significar para él sólo tormento?



¿Qué poderes sobrenaturales eran responsables de aquel encuentro inesperado? ¿Qué nuevos tormentos le aguardaban a partir de aquel día?



- ¡Te pasas la vida ensimismada y sin decir palabra, y eso no está bien! ¡Procura alegrar esa cara! Reconoce de una vez que únicamente sucede 'lo que ha de suceder'. Yo misma he pasado cinco o seis años lamentándome, pero ahora te tengo a ti para ayudarme a recuperar las ganas de vivir perdidas... Estoy segura de que, en alguna parte, alguien ha llorado por ti, pero no es imposible que ya te haya olvidado... Nada es eterno, sólo el cambio existe... Nos guste o no, así es el mundo.



Mi carácter sombrío no me facilita el trato con personas alegres y despreocupadas. Estoy convencido de que alguien que haya sufrido comprendería mejor mis sentimientos...



"Te espero", pensé que me decía

la voz del grillo de los pinos, y acudí
sólo para verme vagando
entre las cañas húmedas de rocío.



Cuanto más detestas la vida, más testaruda se vuelve.



Debes recordar que nada en la tierra tiene valor alguno, y no desear nada.



No, jamás volveré a creer en "montañas ajenas a los cuidados de los humanos" (*).
*Kokinshu



Temía tanto el pasado como el futuro, e intuía peligros en todas partes.



A veces una decisión nos parece firme, cuando en realidad no lo es, y las consecuencias del error pueden resultar fatales. 



Quizás he dicho lo que no debía, pero quería ayudarte a decidir... No entiendo qué te está pasando: en estos últimos tiempos parecías tomártelo todo tan a la ligera... Y ahora se te cae el mundo encima. Realmente me siento incapaz de comprenderte...


Como solía hacer, quiso tomar en consideración demasiadas cosas a la vez, y eso, a la postre, siempre acababa mal. 



... y él seguía recordando aquella figurita que pretendía defenderse a toda costa de sus propios sentimientos.
Imagen
Shichigoro Shingo

No hay comentarios:

Publicar un comentario