lunes, 7 de enero de 2013

A vueltas con el señor Komarovski (Reflexiones agosto)


A vueltas con el señor Komarovski

Ya cité el mes pasado este diálogo de la película El Doctor Zhivago. Y se quedó en algún rincón de mi cabeza dando vueltas...

- Sr Komarovsky; espero no ofenderle. ¿Mejora la gente con el tiempo?
- Se hacen un poco más tolerantes.
- Porque tienen más que tolerarse a ellos mismos.



Pero en muchas ocasiones no nos hacemos tolerantes porque haya más que tolerarnos a nosotros mismos, sino a los demás. Lo que estamos es decepcionados. Porque ha habido situaciones en las que nos han criticado duramente y entonces nos hemos exigido el máximo renunciando tal vez a lo que realmente queríamos hacer y, si no, pues cargando con horribles arrepentimientos y sentimientos de culpa. Pero la vida, con su ironía, sus vueltas y cambio de tornas constante, de repente pone al crítico y al criticado en la misma situación pero con los papeles cambiados. Y no esperes que el otro responda ni actúe como te exigió. Desengáñate. Hará lo que le apetezca hacer sin importarle absolutamente nada de lo que dijo cuando estaba en el otro rol. Y te sentirás muy idiota por haberle hecho caso (porque en realidad lleva razón) y sobretodo por haberlo pasado tan mal si no se lo hiciste.
Por tanto, nos volvemos menos exigentes porque exigir más sería de idiotas, alejados de la realidad y utópicos. Ya hemos visto hasta dónde se puede llegar y pedir. Los demás exigen, se enfadan y ofenden cuando no cumples con lo que "deberías", hasta que se ven ellos en la misma situación y entonces... Pues tampoco lo hacen, entonces reclamas lo mismo que te pidieron en su día y...¡¡claro que no cumplen!!
Por eso nos volvemos más tolerantes... Bajamos el listón... Llámale tolerante, decepcionado, realista.

Claro que también estoy de acuerdo en que te vuelves menos exigente porque tienes más cosas que tolerarte a ti mismo. Por eso había comenzado con la cita de Franzen:
Tenía toda la pinta de ser lo que era: un antiguo jugador de lacrosse de Haverford y, en lo esencial, un hombre como Dios manda, a quien nada malo le había ocurrido nunca y a quien, por consiguiente, más valía no decepcionar.

Me da miedo esa gente que no ha tenido problemas, que siempre le ha ido todo bien, que la vida no les ha arañado. Y ellos tampoco han ido a la búsqueda de experiencias, de vivir. Si acaso han fingido hacerlo para parecer arriesgados, aventureros, valientes, pero siempre protegidos, siempre tras la barrera, siempre con la tranquilidad de que un chasquido les sacaría del atolladero. Y en realidad es una suerte... Y que a nadie de su familia le haya ocurrido algo "raro"... Pero ¡cómo no!, ¡en todos lados cuecen habas! Aunque seguramente le han dado la espalda y lo consideran el marginado, la oveja negra, del que no se habla. Así que no han desarrollado la empatía, "nunca me pasaría algo así a mí", porque si no no podrían sentirse superiores y diferentes, especiales. Increíbles, intachables, envidiables, impecables.Intocables. Sin ninguna falta. Me dan miedo.

Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y un amor profundo. La gente bella no surge de la nada.
Elizabeth Kübler-Ross
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Otra manera de controlar y manipular es la que surge de los desfases o desigualdades en los sentimientos entre dos personas. Me explico.
¿Cuántas veces nos han reprochado la falta de interés, nuestro egoísmo, los pocos miramientos hacia una persona (normalmente el autor de los reproches)?
En los sentimientos más apasionados o el aburrimiento del acusador hay que buscar la causa. He tenido que oír críticas (con mis consiguientes dudas y comeduras de tarro, porque la gente va por ahí dando su opinión y a mí no me entra por un oído y me sale por otro, no, a mí me entra perfectamente por un oído y se queda ahí dando vueltas y más vueltas por los siglos de los siglos) sobre mi egoísmo y mi manera de ir por la vida "a mi bola", sin tener en cuenta a los demás, dejando, cito textualmente, "cadáveres emocionales" a mi paso. Entonces te paras, reflexionas y te dices que a lo mejor tienes que estar más pendiente de esa persona, que tal vez tiene razón...y te vuelcas en él. Le emociona tu interés y responde al mismo nivel y todo es un ir y venir de llamadas, de mensajes, de planes juntos... Pero con diferentes ópticas: por un lado la de sorpresa, ilusión e implicación en una amistad recién descubierta pero no por ello menos intensa y profunda, por otro lado, el despliegue de las mejores armas de seducción para demostrar que es el amor de tu vida.
Pero esto tiene un final: cuando la segunda parte realmente constata y se convence de que no va a llevarte al huerto. O hasta que se echa novia. Te llamabas. Sí, en pasado. Y olvídate de toda esa relación que te había exigido con reproches y haciéndote sentir culpable. Ahora la persona falta de atención eres tú y no puedes menos que quedarte alucinada. ¿Dónde están todas esas visitas, esos planes juntos, esos emails largos llenos de links de música, etc? Y te preguntas qué has hecho mal, si le has ofendido. Y no conscientemente, pero sí. Ve que tu interés no es el mismo que el suyo y se siente como un idiota. Lamenta haber sido tan dependiente de alguien que no lo es de él, que no va a conseguir el tipo de relación, de intimidad que desea. Siente haber dedicado tiempo a una historia que se ha montado en la cabeza cuando la realidad era otra muy distinta.
Claro que el hostiazo te lo pegas tú. Te habías entregado a esa amistad, teniendo especial cuidado con las susceptibilidades y sensibilidad del otro porque parece que una va arrasando, que no le importa nada, y no es así, y para que quede claro te involucras y lo das todo. Habías dejado el tipo de sentimientos claro desde el principio, y pensabas que era eso, amistad, no cabezonería y esa teoría masculina de que cuando decimos "no" en realidad queremos decir "sí". Ese empecinamiento propio de los hombres, esa seguridad en que el roce hará el cariño. Y si la exigente era mujer, esa necesidad de estar con alguien, de tener una mitad a la que llamar continuamente y contarle todo, de la que depender, con la que compartir hasta el más pequeño detalle de sus vidas. Pero buscan un novio y mientras aparece te utilizan para que compenses sus necesidades emocionales de formar parte de una pareja-unidad contra el mundo, para que le hagas la cobertura en discotecas y eventos y consiga encontrar esa mitad que tanto necesita y que parece ser excluyente de otro tipo de relación.

Qué decepción y sobretodo, qué gilipollas haberme puesto en duda a mí misma, mi comportamiento, porque alguien opinó así. Otra forma de manipular, opinando y criticando. Y te quedas con un palmo de narices.
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The exercise to look and fail to see, Michael Frahm

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