lunes, 7 de enero de 2013

Fantasmas (reflexiones julio)


Fantasmas

Imagen
Robert Montgomery
Y esos fantasmas te visitan a menudo, cada vez más. Sobre todo por la noche, cuando la mente es libre de ir adonde quiera porque por el día ya me encargo yo de que no tenga ni un minuto de sosiego para transitar por los cerros que más le apetezcan, que suelen estar plagados de fantasmas que le cuentan historias pasadas, revisitadas, con nuevos detalles tal vez inventados, tal vez ciertos, que recomponen una historia una y otra vez hasta que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o no... Con todo lo bueno, todo lo malo, todo lo inútil, todo lo que pudo haber sido, cómo les va ahora y porque te visitan a ti continuamente... Como una cadena que lleves constantemente al tobillo, arrastrando su presencia por donde quiera que vayas.
Por eso habría que cuidarse muy mucho de a quién vamos a querer en nuestra vida, porque luego los vamos a ir arrastrando día tras día... Habría que preparar un test de acceso a nuestro interior muy escrupuloso y exigente, con ciertos puntos fundamentales, básicos, que cumplir porque vamos por ahí alegremente dándonos a conocer a todo el mundo sin prejuicios ni problemas y cuando te quieres dar cuenta estás pillado en una historia y por una persona que no te va a abandonar así como así y que va a rondar sustituyendo a Morfeo a lo largo de las noches.
Me acuerdo de un pasaje de Sueño en el Pabellón Rojo de Cao Xuequin, hablando del personaje femenino principal:


Formaba parte del carácter de Daiyu preferir la soledad a la compañía. Éste era su razonamiento: "Después de la reunión sólo se puede esperar la separación. Cuanto más deleite encuentre la gente en los encuentros, más solitaria y desdichada se sentirá después de la despedida, de manera que es preferible evitar las congregaciones desde el principio. Lo mismo se aplica a las flores. Su esplendor deleita a la gente, pero es tan doloroso ver cómo se marchitan que mejor hubiera sido que nunca florecieran.

Pero acto seguido recuerdo algo que dijo La Mari de Chambao en una entrevista que leí:


Todos estamos aquí para gastarnos con el mundo. Todos nos vamos a ir. Tú no puedes vivir diciendo: "ay, que no me roce nada, o que me roce lo bueno pero no lo malo", porque todo te ayuda a conocerte, a darte. 

Supongo que lleva razón, no podemos meternos en una burbuja y escondernos del mundo por temor a algún trauma, a que nos pase algo malo, a conocer futuros fantasmas, qué cobarde... Aunque sí deberíamos tener más cuidado al elegir con quién nos mezclamos. Pero para rebatir este tímido argumentito que me he marcado, viene Javier Marías y dice otra cosa muy interesante:

Que uno se va encontrando con personas que pasan por ahí o que a su vez están libres, o que de pronto han pasado a estar libres y le consideran a uno o uno les considera a ellas. Depende de verdaderos azares, no suele haber nada grandioso en las historias amorosas sino que es más bien quién está libre, quién pasa por aquí, que número está libre, por seguir con la idea del sorteo, pero luego la gente tiene una tendencia a creer que eso ha sido una elección, que ha habido un elemento de voluntad, que uno ha decidido. Una de las cosas que aparecen en el libro es que en el fondo todos somos sustitutos de alguien.... 

Hay una especie de incondicionalidad en el amor que nos debilita. Hay una persona que nos debilita y normalmente es, hasta cierto punto, el tipo de aviso que se tiene para tomar plena conciencia del enamoramiento, porque creo que el enamoramiento no es un mero sentimiento, creo que hay una conciencia. Uno de los avisos de que eso sucede es justamente esa especie de debilidad que te produce esa persona, uno se siente a veces desarmado, empieza a dejar pasar cosas, a ser víctima de la incondicionalidad .

Y ya estás pillado. Porque estabas aburrido, porque tenías el día flamenco, por despecho, porque te habías quedado sin pareja y necesitabas rápidamente un "hombre láser", como decía Ángela Vallvey, para que curara la herida que había dejado el anterior. Y pasa el tiempo. Y te das cuenta de que el hombre láser ha pasado de ser un sustituto a ser "The One and Only",  con mucha más intensidad que el que venía a reemplazar, del que ya ni te acuerdas y no ha dejado nada de huella. Y nos hemos colado de sesiones de rayos, nos hemos hecho adictas a su maravilloso efecto en nosotras y ha terminado dejando una herida muy profunda que ha hecho desaparecer la anterior (de la que ahora te das cuenta de que era un rasguñillo de nada) abrasándola junto a los tejidos de alrededor, todo lo que ha pillado por delante... sin miramientos, sin compasión, a destajo, ¡¡¡a machete!!!
O a lo mejor no, lo mismo sí que sirve para borrar esa heridilla del anterior y la que se convierte en esa hija puta del láser eres tú, y alucinas con lo mal que lo está pasando una persona que para ti ha sido algo pasajero, todo lo contrario de lo que has sido tú para él. En fin... que hay veces que se gana y otras se pierde, unas veces te hieren y otras hieres... El caso es que es imposible saber cómo va a terminar la cosa, si es que llega a haber cosa, que ésa es otra...

Porque hay veces que acumulamos fantasmas, y otras que nos convertimos en ellos, sin saberlo. ¿Qué papel nos tocará, el de niño de "El Sexto Sentido" (en ocasiones veo muertos) o en un Casper visitador y omnipresente en la mente de otro? ¿O todo pasará sin pena ni gloria?


¿Hace falta que vuelva a citar a E. M. Foster?, da lo mismo, allá va...

Por alguna razón, hoy toda pequeñez parece tener una importancia incalculable, y cuando de alguna cosa se dice que no tiene importancia suena a blasfemia. Nunca se sabe -¿cómo lo diría yo?- cuál de nuestros actos, cuál de nuestras omisiones tendrá alguna importancia.




Imagen

No hay comentarios:

Publicar un comentario