miércoles, 2 de enero de 2013

Leer junio 2012


JUNIO

Fragmentos literarios.

Imagen
Wang Quingsong

Dog Soldiers. Robert Stone

 Converse tuvo varias iluminaciones que no le resultaron nada agradables pero tampoco especialmente sorprendentes. Una fue que el mundo físico corriente por el que uno arrastraba los pies hacia la nada, dando palos de ciego y sin prestar mucha atención, era capaz de convertirse, en cualquier momento y sin previo aviso, en un tremendo instrumento de agonía y de muerte. La existencia era una trampa; la irritable paciencia de las cosas de seguir siendo tal como eran podía agotarse en cualquier momento.
Otra fue que, en el mismo momento que el mundo animado se le había tirado al cuello soltando alaridos asesinos, él había comprendido la absoluta irreprochabilidad de tal comportamiento. Durante aquellos segundos, le pareció absurdo que se le hubiese permitido avanzar por su estúpido camino, persiguiendo nociones e insignificantes placeres. Se sentía avergonzado por la despreocupada arrogancia con la que se había creído ajeno a la creación. En el fondo de su corazón convenía en la necesidad moral de su propia aniquilación.



Seré poquita cosa, pero soy toda procesos primarios. Vivo una vida examinada, nunca desconecto. No dejo que una sola cosa agradable me pase de largo.


- Sí, ya lo veo. Pero en la vida real esas cosas no salen bien- dijo Dieter.
- Bueno, entonces que le den por culo a la vida real. La vida real no me impresiona
.


-Así que tenemos armas y sacrificios. El número completo.
 -Bueno, no todo va a ser pescar truchas y luces bonitas. Nos asaltan viejas deudas
.


- A esto se le llama aferrarse a algo, ¿recuerdas? Aferrarse a algo es ignorancia- Retrocedió, apartando la mochila del alcance de Hicks. - Aferrarse a algo no conduce a nada.(...) Estamos en un estadio primitivo de nuestro desarrollo. Pero tenemos que aprender de nuestros errores.




...será mejor que hagas algo con esa manía tuya de ir siempre arrastrándote y quejándote. No quiero verte hacerlo (...) Por una parte, eso te hace débil. Por otra, a los demás se la suda. ¿A quién te lamentas? ¿A la gente? Ellos pasan
.

- Llevo toda la vida esperando joderla hasta el fondo como ahora.
- Bien -dijo Elmer-, pues ya ha llegado el gran momento. Enhorabuena.
- Es la pura verdad. nuestro carácter es nuestro destino
.


Al volver a la casa, el espacio y las distancias empezaron a agobiarle. El espacio era inquietante, el tiempo estaba vacío y no anunciaba ninguna paz; ella estaba en el punto de intersección, y ése no era un lugar en el que pudiera quedarse. Era la desesperación, era ninguna parte.
Regresó a la habitación (...) y preparó el pico con una cuchara de plata sucia, dirigiéndose hacia las bóvedas sin tiempo
.


-...Fue una maldita cosa mía. De él y mía. Deberíamos pagar por ello.
-¿De qué estás hablando? -le preguntó Hicks- ¿Quién va a pagarlo?
-Yo tengo que pagarlo. No puedo más, no merece la pena.
-Eso depende de cómo lo veas
.


Había estado allí tumbado -un enano cabrón muy gracioso-, un leve escozor, un leve estremecimiento sin importancia en la superficie de la tierra. Eso era lo único que era, lo único que siempre había sido.
(...) La gente paseaba a su lado y él evitaba su mirada. Su deseo de vivir resultaba intolerable. Era imposible, insoportable. Él era el famoso perro vivo, era mejor que los leones muertos. A su alrededor, había un vestíbulo lleno de subnormales, y fuera, una calle sin salida donde todos se cazaban unos a otros. Había que tomarlo o dejarlo. Lo tomaré, pensó. Tomarlo era empezar otra vez desde cero; el enano cabrón y gracioso seguiría en la brecha
.



En cuanto a la droga, pensó Converse, y los adictos..., si en el mundo va a seguir habiendo elefantes perseguidos por hombres que vuelan, la gente naturalmente va a querer colocarse.


De modo que, pensó, así son las cosas. Él se había enfrentado a un reparo moral y lo había superado. Él podía lidiar con esos asuntos tan bien como cualquier otro. Pero la imprecisa insatisfacción seguía ahí, y no se trataba de soledad o reparo moral; era, claro está, miedo. Para Converse, el miedo era importante en grado sumo; en el sentido moral, constituía la base de su vida. Era el medio a través del que percibía su alma, la fórmula por medio de la cual podía confirmar su propia existencia. Tengo miedo, razonó Converse, luego existo.


Por culpa de esa bomba se sentía entumecido y estúpido, y aunque la estupidez venía casi tan bien como cualquier otra cosa en determinadas situaciones, Converse no se encontraba en ninguna de ellas.



... y la vida, en definitiva, era igual que siempre. Un asunto solitario y peligroso. Por esos días oí un refrán que se convirtió en mi mantra: "Confiar es bueno; no confiar es mejor.



Que cesen las sonrisas -recitó Converse- que vuelen las risas. Éste es el lugar donde todo el mundo descubre quién es.



A cada segundo, lo que había pasado entre el hombre de los ojos fríos y ella se le antojaba más remoto e imposible, una fantasía, un delirio. Dilaudid.



Era necesario aparentar que una buena suerte innata le hacia a uno invulnerable. La historia había hecho que los de Saigón creyeran mucho en la suerte. Las personas con pinta de desgraciados les inquietaban, e incluso tentaban a algunos a ejercer ellos mismos de enviados de la mala fortuna. Era algo tan malo como parecer cómico.


Recuerda por qué estás haciendo esto. Recuerda qué es lo que quieres o no habrá ninguna diferencia.



Ofrecer más de lo que puedo dar
es sin duda una mala costumbre que tengo
pero tengo que ofrecer más de lo que puedo dar
para conseguir dar lo que doy.




Nunca se me ha dado bien esto, pensó. Un enamorado, eso es lo que soy. Una pizca de algo en el vacío de todos, un punto de inflexión, algo a lo que agarrarse.



La movió hacia la luz; toda la energía concentrada en la lengua que acariciaba las agridulces profundidades y superficies. Cuando estuvo preparado entró, penetró en busca del punto más profundo y oscuro que sus propios límites le permitieran alcanzar dentro de ella. Luego dejó de presionar y se removió, acariciando desde el interior. Marge se corrió y le habló. A Hicks le pareció que decía: "Te he encontrado". Y de nuevo, y se empleó a fondo otra vez, aunque de un modo menos pensativo, se hundió en un feliz caos lúbrico.



Parece maldad, pero en realidad es pura ignorancia -le aseguró Dieter a cierta presencia interesada- La primera en realidad no existe, y la segunda siempre se confunde con la primera.




No, para eso no hay perdón, no se puede perdonar a alguien que te asusta hasta ese punto. Ningún hombre perdona a otro que le haya asustado así.



Un tipo me dijo una vez algo que siempre he recordado. El tipo me dijo: "Si crees que alguien está pensando en jugártela, no te toca a ti juzgarlo. Mátalo y deja que dios se ocupe de ello".
Empezó a traducírselo a Ángel, pero luego lo pensó mejor.



...pero la rabia le esquivaba. No le quedaba más rabia que poner en práctica. Pensó que, llegado el momento, perdería incluso el miedo. La falta de miedo le pareció un estado extremadamente difícil de concebir, y también lo que habría más allá.





-Ya ves -dijo Converse-, es como en ese proverbio oriental. Hay un hombre colgado del borde de un precipicio. Arriba hay un tigre. Abajo, un río embravecido.
June estaba mirando al techo.
- Y en la pared del precipicio hay algo de miel. Y el hombre la lame.





-Si pudiera rezar -explicó sonriendo- pediría a Dios que dejara caer la bomba encima de todos nosotros, de nosotros y de buestros hijos, y nos aniquilara por completo. Así dejaríamos de necesitar esto y de necesitar lo otro. De necesitar droga y de necesitar amor y de necesitar las gilipolleces de los demás y sus putos rollos, joder. Ésa es la respuesta -añadió con placidez- la solución final.
Dieter se levantó con ademanes de maestro.
-Estúpida chica -dijo en voz baja- Ése es el problema, no puede ser la respuesta. Lo que dices no es más que pesimismo barato de yonqui. Si te pasas el tiempo haciéndote agujeros y colgada de las grietas de la pared...¿en qué otra cosa vas a pensar? ¡Empieza por ahí! -le gritó- ¡La vida es de los fuertes!
-¿Los fuertes? -preguntó incrédula- ¿Los fuertes? ¿Y quiénes coño son? ¿Superman?



Los hombre serios existen para querer cosas y cargar con ellas.





Era como tomar semillas de Gloria de la mañana. Al principio la cosa no está mal y crees que puedes tomar las que quieras, al cabo de un rato es lo peor del mundo. Cuando empieza, piensas, bueno, estas cosas ya me han pasado antes, pero antes de que te des cuenta, te tienen pillado.


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