miércoles, 2 de enero de 2013

Reflexiones Mayo 2012


Mayo

Reflexiones varias


La mente es un mono.
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Bruce Nauman

Mendacidad

Alucinada me hayo por haber conocido hace poco esta palabra. ¿Cómo no sabía de su existencia? ¿Qué utilizaba antes para referirme a ella? ¡Alguna perífrasis seguro! Horrible, horrible... Pero me consuelo tontamente cuando la busco en Internet y educadamente me sugieren que quizás quise decir mendicidad y otras palabras más "comunes" (en el uso que no en la práctica). Pero no, es mendacidad: hábito o costumbre de mentir y, por lo tanto, mendaz: mentiroso.

¡Con lo mucho que incurrimos en su significado! Vamos por ahí aplicando y ejerciendo la palabrita a la primera de cambio, en cuanto se presenta la ocasión o, ¡adelante esos mendaces de la rama hipócrita!, sólo cuando es estrictamente necesario.
Amplio y variado es el ámbito de la mendacidad, partiendo de la inocente y graciosa mentirijilla al engaño con premeditación y alevosía, encontramos un diverso muestrario que va desde callarse una verdad a no sacar a alguien de su error, engañándonos de paso a nosotros mismos (doble mentira), "porque no lo hemos oído, no nos hemos dado cuenta, no nos importa o no es asunto nuestro" (las razones para engañarnos y así, con la conciencia tranquila, engañar, son lo de menos, ni siquiera tienen que ser muy elaboradas), la mentira por compasión, por pereza, por caer bien, por compromiso, por herir, para dar cierta imagen, parta destrozar la de otros, mentir para desmentir, mentir para ayudar, para divertirse, por joder, para joder, por vicio, por despistar, la que sale automáticamente y "sin necesidad" (analízala porque suele decir mucho de uno mismo), la que se dice por salvar el culo...

Y he aquí un inciso: ¿exagerar es mentir? Supongo que será mentira siempre y cuando el otro se la crea, pero también es un juego del lenguaje, ¿no? Y aparte, también depende de, ya no te digo la persona, sino de la cultura. (Si un español le dice a un noruego que aquí en verano hace un calor que te mueres, no se lo tomará al pie de la letra, ¿no?, ¿el español miente? Lo mismo se tiene que morir algún verano para no bajar a los infiernos por este pecado. Entonces, ¿qué decide la mentira? ¿La intención de uno o las entendederas del otro?)

En el Top One de las mentiras encontramos el timo de la estampita, con o sin estampita. Lo que viene a ser elaborar una historia para conseguir algo (que ese algo nos pertenezca o no, no es objeto de este estudio porque también depende del caso y de la psicología de los agentes implicados. Pero en este asunto no me voy a meter o no termino nunca... Y ¡¡quietos aquí!! ¿Acabo de mentir por exageración? Dicho esto: "o no lo acabo nunca",  si decidiera empezar a escribirlo, ¿debería estar eternamente redactando este artículo? Pero bueno, con dejarlo inacabado en un cajón añadiendo alguna frase allá por cuando, no estaría mintiendo, ¿no? ¿O no acabar el artículo significa estar escribiendo al respecto día y noche sin parar? Entonces sí que lo acabaría, por tanto habría mentido, o, cansada, lo habría dado por acabado aun sabiendo que no es así, mintiendo otra vez).
Volviendo al timo de la estampita, el objetivo a conseguir con este ardid suele ser material (¿para qué engañarnos?) disfrazado de fe, ayuda, altruismo, solidaridad... Volvemos a los motivos, cuando eso en teoría importa poco. Es hacer de la mendacidad un arte, el súmmun. Sobre todo si te sale bien, es decir, si ha colado, si se han creído todo ese artificio que has montado. Si por un error finalmente no incurres en la palabra, te has quedado en un proyecto de mendaz, no te mereces este título, eres un pringado y demuestras que sólo sabes mentirte a ti mismo embarcándote en un embuste que sencillamente te superaba.
Y mentirse a uno mismo no tiene mérito, lo hacemos continuamente y es una de nuestras armas de supervivencia. Que se lo pregunten a Freud y sus "mecanismos de defensa". Y no hablamos de sobrevivir en lo que a evolución de las especies se refiere sino a sobrevivir socialmente, reparar nuestra autoestima, nuestro ego el yo y el superyo... para no hundirnos en la miseria, vamos. Que no hay peor enemigo que uno mismo.

Mentir le da vidilla al cerebro, pone en funcionamiento las neuronas, nos mantiene despiertos, audaces... Pongamos una mentira en la que tienes que inventarte una situación totalmente ficticia de principio a fin, verbigracia, una infidelidad. Pues ahí ayuda también la imaginación y capacidad de inventiva (también los escrúpulos) del mendaz. Si te vas a embarcar en la ejecución de esta mentira hay aspectos que siempre tienes que tener preparados y bien atados:

Dónde: mejor elige un sitio que conozcas, donde hayas estado antes. Investiga que los accesos (en transporte público, carreteras...) no hayan tenido percances y que el local en cuestión no esté cerrado desde hace un mes o precisamente el día que tú "has ido".

Con quién: gente conocida es más peligroso, siempre te los puedes encontrar y que te fastidien la historia en presencia del engañado. Tampoco pidas a nadie que te cubra; una de las reglas de oro para que esta mentira salga bien es que seas tú la única que la conoce. El encubridor puede meter la pata, puede juzgarte, no estar de acuerdo, no volver a confiar en ti, que se acabe en el futuro esa relación y comenten tus infidelidades por ahí. Que ya se sabe lo que pasa con los secretos y más con los de índole venérea: son carne de marujeo y muy apetecibles. Apechuga con tu mentira tú sola, nada de debilidades ni de apoyarse en alguien cercano. No le hagas esta putada. Si eres capaz de mentir también debes ser capaz de mantener cerrada la boquita.

Elige compañeros de trabajo o a tu amigo "Ernesto" (más nacional y menos cantoso que Bunbury). Qué sabio, como siempre, Oscar Wilde. Es imprescindible tener a un amigo Ernesto (para mujeres mejor elegir Carolina, pues si de repente aparece un varón en nuestras vidas, por mucho que juremos y perjuremos que es como nuestro hermano podemos despertar susceptibilidades no deseadas y repentinos intereses en el conocimiento de dicho personaje de nuestra juventud. Y se trata de que Ernesto/ Carolina te quite problemas no de que los origine). Si lo acoplas repentinamente a tu vida tampoco te superemociones ni hagas de ella una persona apasionante. Mejor si está casada y tiene hijos pequeños que no paran de gritar y la mantienen ocupadísima y poco apta para futuras reuniones sociales. Además, el tema de la prole siempre echa para atrás. Y por supuesto cuando os juntáis sólo habláis de trapos, vais de tiendas y os pasáis la tarde en los probadores. También debe tener una vida gris y sus problemas son los típicos aburridos sobre la vida doméstica y de pareja.
La manera de incorporarla a tu vida es sencilla. Facebook te facilita mucho el tema. Y qué gracia que haya reaparecido en tu vida, después de años, ¡años!, sin saber de ella. Se fue a Canarias porque habían trasladado a su novio de entonces y se quedó allí una temporada pero ahora ha vuelto. Tiene un trabajo de administrativo o diseña joyas en sus ratos libres o se dedica a las muchas y variadas labores del hogar.
Por último, haz una historia veraz con más mentiras. Anécdotas tontas, el muchísimo calor que hacía, que tuvisteis que volver porque Carolina se había dejado el pañuelo, un pañuelo divino de no sé quién (y de paso le haces el favor de allanarle el camino hacia la búsqueda del regalo perfecto para tu cumpleaños), fíjate que era un restaurante que me encantaba pero esta vez el servicio bastante peor, el pescado un poco crudo... Algo fastidioso que se comenta como de pasada pero que elimina posibles sospechas (De hecho, ellos desconectarán inmediatamente de tu monólogo y pondrán el automático para pensar posiblemente en el partido de fútbol o en qué buena estaba la camarera de aquel bar ¿Qué te creías?)
Eso sí, otra regla de oro es contar lo imprescindible. Cuantos más detalles falsos des, más fácil es que te pillen. La importancia de montarte mentalmente una coartada sirve para responder rápido y sin titubeos ante una posible pregunta, el objetivo no es llegar y soltar el speech con todo lujo de detalles. Actúa como haces siempre, no cuentes demasiado y pon siempre cara de hastío, ha sido una velada normal, tirando a aburridilla, un par de anécdotas y a vivir.
Pero que no te pillen, por Dios, porque lo peor de que descubran tu mentira no es tanto que se sepa la verdad sino que todo queda teñido con una indeleble pátina de tremendo ridículo: tú, tu mentira, el artificio creado... Un ridículo espantoso. Sobra decir que tu relación se puede ir casi cien por cien al garete.
Y en casos de crisis, un dicho que le oí a mi abuelo: Niega lo que se ve porque lo que no se ve ya está negado.

Pero no todo el ámbito de la mendacidad es tan elaborado y retorcido. Soltamos así sin pensar: "¡buenos días!", cuando en realidad estamos pensando: "ufff, si de mí dependiera sería el último porque ¡¡te mataba!!", o un "¿qué tal estás?", ni que te importara. Son las mentiras diplomáticas que para mí son las que más cuestan porque normalmente me importa muy poco lo que piense el otro.

- Te veo todos los días cuando vas a la escuela.
 A eso no contesté. Y la mujer dijo:
- Es muy amable por tu parte venir a decir hola.
 A eso tampoco contesté, porque la señora Alexander estaba haciendo lo que se llama charlar, que es cuando la gente se dice cosas entre sí que no son preguntas y     respuestas y que no tienen relación
.                                 
(El curioso incidente del perro a medianoche, Mark Haddon).

Y charlar por rellenar un espacio y un tiempo es algo a lo que por lo visto estamos obligados, no entiendo muy bien el motivo, cuando nos encontramos en el ascensor con nuestro vecino. ¿Quién fue el extrovertido y paranoico que decidió que había que amenizar el trayecto con ciertas frases triviales y amables? ¿Por qué tengo que valorar lo mucho que está lloviendo esta semana o el calor que hace en el receptáculo que comparto con este personaje que (hasta que no se demuestre lo contrario) el azar ha puesto a vivir en la puerta de enfrente y, en otro quiebro de la rueda de la Fortuna, coincidiendo conmigo en la espera a que dicho cajetín nos eleve a nuestros respectivos hogares? De verdad que no lo entiendo y me niego a intercambiar frases estúpidas con un desconocido por mucho que sepa dónde vive. Y aprecio de todo corazón si él opina lo mismo y además no sucumbe a esta regla social y se queda calladito.
Por esta regla de tres también debería hablar con la gente que me encuentro en el autobús, en la cola del supermercado... con todos aquellos con los que comparta una actividad (normalmente esperar) y un espacio. Entonces con el pasajero del autobús y ya que seguramente estemos sentados juntos más de media hora, encuentro razón más que suficiente para hablar y yo diría que hasta para intercambiar el número de teléfono. ¿O tiene que ser alguien con el que comparta inmueble? ¿Por qué? ¿Porque nuestras casas son parecidas en espacio, calidades y materiales? ¿Porque coincidimos en el gusto al adquirir la vivienda en esa zona? ¿Porque tengo que demostrar que soy una vecina ideal, agradable y estupenda, sin rarezas, sanota y comunicativa? Y ¿por qué tengo que hacer ese esfuerzo y quién es el otro para tener que ponerme yo a demostrar nada?
Bendito sea el hombre que no teniendo nada que decir, se abstiene de demostrárnoslo con sus palabras. George Eliot.
 
Si se mantiene callado con toda naturalidad pasaría a ser un vecino que me agrada, que me llama la atención, una persona con la que tal vez me gustaría hablar la próxima vez en el ascensor. Bueno, tampoco hay que exagerar.
Y otra curiosidad, ¿por qué siempre hay que hablar del tiempo? Es un tema neutro pero que hice una tarta de frambuesas el otro día también, ¿no? O eso ya le da pistas sobre mi personalidad, tal vez es información demasiado íntima, ¡sabe que me gusta cocinar! y ¿a él qué le importa? Pues creo que también le importa muy poco mi apreciación meteorológica porque puede que diga también mucho de mí misma, que soy una friolera o cualquier otra información de interés susceptible de usar en mi contra.
Y como diría Gundelinda en La importancia de llamarse ErnestoNo me hable usted del tiempo, míster Worthing, se lo ruego. Siempre que una persona me habla del tiempo, tengo la absoluta seguridad de que quiere dar a entender otra cosa. Y eso me pone nerviosísima.

Y la mentira no sólo se limita al ámbito de las palabras, ¿qué pasa cuando la cara expresa lo contrario de lo que piensas? La mentira gestual. Estás poniendo cara de interés en una conversación que te importa tres cojones y que directamente no estás ni escuchando. Estás pensando en la lista de la compra, como cuando estás en medio de un "increíble" (¿¿qué me decís de la ironía?? Pues, a ver, otra mentira...) encuentro sexual y ahí viene otra mentira, nadie piensa en la lista de la compra, ¡qué coño!, lo que piensas es cuándo coj... acabará, en que si tal vez soltando unos gemiditos y haciéndote la emocionada sobrevendrá antes el esperado y tan ansiado y buscado, por supuesto por él, pero también por ti, por ti...¡¡sí, por ti!!

¿Dónde está la diferencia entre la educación y la mentira? Pues depende de quién opine, quién mienta, quién reciba la mentira, el background de cada uno, el interés por la otra persona y la autoestima de cada cual.
Y teniendo en cuenta estos factores vienen los niveles de mentira. Porque hay niveles y grados. Y normalmente una mentira trae consigo más mentiras.
Para el infiel su infidelidad no tiene importancia y pasaría a ser esa "mentirijilla" (no significa nada para mí, fueron cuatro besos, estaba borracho, te engañé porque pensaba que tú también tenías otra historia, te notaba mas distante... ¡venga ya!), la indignación del cornudo (como si el infiel no tuviera más cuernos que un saco de caracoles, con esa actitud ofendida miente al no sacar al otro de su error, tampoco nos ha preguntado, ¿no?), y el que intenta timar al infiel ("se lo merece por mentiroso", vale, y miéntete a ti mismo cuando puedas para así justificarte...) y el infiel será infiel pero no ha intentado hacerse con nada material de otra persona por medio del engaño porque eso es mucho peor, o no, porque el timador pensará que al menos él no estaba engañando a alguien que quería y jugando con los sentimientos de otro...
Que sí, que cada palo aguante su vela.
Y una última observación, si vais a mentir, procurad estar en forma porque "se coge antes a un mentiroso que a un cojo" y "la mentira tiene las patas muy cortas". ¿Y esta reiterativa asociación de la mentira con las extremidades inferiores y su función? Pues no lo sé pero por si acaso mantente en forma, ya que, visto lo visto, llevamos una vida de mendacidad.
Lo moral por los suelos.
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Crystal-clear. Receta anti-depresión (sin pasar por la farmacia).


Para bajones, resaca y derivados de un estado de ánimo LOW.

Ingredientes:

            - 2 litros de agua caliente.
            - Un chorro de amoniaco.
            - Un trapo.

Eeeehhh..... No, no, sigue leyendo, no es una manera para terminar con (ahora no te lo parece tanto) tu estupenda vida, ni una técnica para sumergirte en una artificial, pero alejada de la realidad, burbuja de sustancias químicas. Lo del trapo ha sonado fatal, hasta casi peor que lo del amoniaco. Te imagino leyendo esta receta y pensando: "agua caliente, bien, amoniaco...uhm...creo que tengo, un trapo... ¿¿trapo??, ¿qué tipo de aberración es esta?, ¿qué se ha creído esta tía? ¡¡mi vida no está tan mal!!", mientras pasaban por tu mente escenas de asaltos, pasamontañas en callejones oscuros, secuestros, robos y demás maldades trapo amoniacado en mano aplicado a fosas nasales ajenas, siempre utilizando la baza de la fuerza o la sorpresa.
Bueno, para empezar, no había caído en la mala fama del pobre trapo, suficiente tiene con ser lo que es: un trapo, y que se le utilice en la breve pero ilustrativa expresión "estoy hecha un trapo", para manifestar que estás hecha polvo pero con la connotación baja de moral, o sea, que eres digna candidata a utilizar esta receta. Pero te has indignado o sorprendido y ya me doy por satisfecha con este artículo ya que no todo es desidia ni apatía, ¡algo de genio late en ti! Y para terminar quiero romper una lanza a favor de este "pedazo de tela deshechado" (RAE). No toda la culpa es suya, creo que viene del binomio "amoniaco + trapo" unido a la palabra "depresión" el que despierta pensamientos sobre ojos en blanco, colocones debajo de un puente, pegamento, "cloroformo como técnica de ligue", el trapo de los sueños del libro Vida de Pi (cita al final)... En fin, ya los derroteros que tome cada uno que discurran por sus cerros preferidos.

Sigo con la receta:
                 - Un barreño.
                 - Limpiacristales (ese utensilio con forma de T que se encuentra en cualquier chino)

Imprescindible que contemos con un amplio repertorio de ventanales y ¡manos a la obra!

Sí, el resto ya sabes cómo va, echas el chorro de amoniaco en agua templada, mojas el trapo, lo pasas por las superficies a limpiar y luego secas el exceso de humedad con el limpiacristales. Esto requiere retirar muebles de alrededor, poner una toalla en los suelos de madera y probablemente necesites una escalera. Y hay que hacerlo así para que la receta funcione, hay que limpiar a conciencia y sin trampas ni trucos ni el consabido "bueno, esa esquina ya la haré en la próxima", porque la próxima vete tú a saber cuándo se presenta y porque la satisfacción y la alegría de ver que ha quedado per-fec-to compensa ese pequeño esfuerzo de desenchufar la lámpara para poder retirar la mesita llena de portaretratos que vuelcan en el vaivén para que quepa así la escalera y poder llegar holgadamente a la esquinita en cuestión. Créeme, de esto luego no te vas a acordar, o sí, pero queda anulado por la satisfacción del trabajo bien hecho.
No vale caer en la desesperación y tirar la toalla, el trapo en este caso. Es posible que al mover "las mesitas" necesarias para introducir en todo hueco la dichosa escalera veas que los portarretratos están tan sucios "que embisten", que la base de la mesa necesita un buen repaso y otras acumulaciones propias del paso del tiempo en ciertos rinconcillos no olvidados pero tal vez sí bastante ignorados. Tú, "control mental" y céntrate en los cristales. Ante la visión de una "zona en crisis" te dirás: "eso otro día, todo no lo puedo hacer hoy", pero para que esas visiones no te desanimen y te creas tu propia frase tienes que haber ido dejando atrás cristales como la patena.

Beneficios y bondades de esta receta:
No hay nada que relaje tanto, que evada más la mente y mantenga alejadas las preocupaciones como dedicarse a limpiar cristales en cuerpo y alma. Y no vale el polvo, los platos o cualquier otra actividad del repertorio "labores del hogar". Tienen que ser los cristales, con esta técnica y a conciencia. Nada de un chorrito de limpiacristales y una bayeta. No. Trapo empapado y a tope con el ventanal. Porque la ventana es la gran olvidada de la casa; sucia es indicio de abandono (en muchos aspectos), de tristeza, y procura gran alegría poder ver a través de un cristal limpio, cristalino (existe esta palabra como adjetivo no por casualidad). Y algo tiene limpiar cristales que aleja las preocupaciones, hace pensar en nada (base de toda meditación) y llena de alegría, energía y satisfacción. Además de que estiras el cuerpo y aviva la mente (calcular cómo poner la escalera para evitar tener que mover un mueble pero que te permita llegar a toda la superficie de esta ventana y con un estiramiento sobrehumano, a la siguiente, no digo yo que sea igual que una hora de Pilates o requiera gran derroche de energía neuronal, pero es menos que nada). Por no hablar del regocijo y contento que te entra cuando ves a través de tus cristales brillantes. Libres de churretes, huellas dactilares y la opacidad que dota cierta capilla de polvo. El cristal es muy agradecido, es algo que no ves pero ves.

Decían que cuando murió Paquirri, la Pantoja luchaba contra la depresión con esta técnica y tenía las ventanas más limpias de "to" Triana. Bueno, por probar no pierdes nada, no creo que sea un sustituto del Prozac pero para estados de desidia, en los que no te apetece hacer nada, sólo estar tumbada dando vueltas mentales a la misma idea a la que no vas a llegar a ninguna conclusión porque no hay conclusión posible y además lo sabes, pero es que de verdad que no puedes evitar seguir con el encabezonamiento obsesivo que te impide abandonar la espiral de pensamientos en torno a algo que ha pasado y que te inquieta y que reproduces en tu mente reviviendo el momento una y otra vez llenándote de zozobra, pensando en otras posibilidades, con el jodido y poco fructífero "y si", representándote gestos, miradas, matices, dejes, frases completas, ¿o no fue así?, y tal vez son imaginaciones mías y en realidad no quería mandarme con viento fresco, pero tampoco ha hecho nada por sacarme del posible error, porque tal vez no es un error, pero si me fijo en lo que dijo el martes de la semana pasada, tal vez es culpa mía .... basta ya, ¡¡a por el trapo!!


 ... caía en un profundo sopor. No me resultaba difícil teniendo en cuenta el estado de letargo avanzado que ya llevaba encima. Pero el trapo de los sueños daba una calidad especial al sopor. Supongo a que se debía a que me limitaba el paso de aire. Me venían unos sueños, trances, visiones, pensamientos, sensaciones y recuerdos extraordinarios. Y el tiempo pasaba mucho más deprisa. Cuando me sorprendía un tic o un grito ahogado y el trapo se caía, recobraba el sentido por completo, encantado de que hubiesen transcurrido tantas horas. La prueba era que el trapo ya estaba seco. Pero más que eso, notaba que el momento actual era diferente al momento actual anterior.(Vida de Pi, Yann Martel).

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Eva Besnyö

Sí, sí, de nuevo...


Nació de nuevo. "Me volví loca por él - me dijo -, loca de remate". Le bastaba cerrar los ojos para verlo, lo oía respirar en el mar, la despertaba a media noche el fogaje de su cuerpo en la cama. (Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez).



Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
oigo el informativo
escribo
escribo
leo.
Donde estás.
Dónde estás.
                 (Idea Vilariño)


Por supuesto, no obtenía respuestas. Sólo surgían preguntas sin destino alguno. Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, lo mismo de siempre. (1Q84, Haruki Murakami).

Nosotros, ¡diantre!, ¡contamos con los hechos!". Sí; pero los hechos no son todo; por lo menos la mitad de la cosa estriba en el modo como sepas interpretar esos hechos. (Crimen y Castigo,  Fiódor Dostoyevski).

Y por ahí leí que para que sane una herida hay que dejar de tocarla, entonces:

De momento, decidió dejar aparcado el tema de las dos lunas. ya reflexionaría más tarde, puesto que por lo pronto, no le causaba ningún problema real. Además, tal vez desapareciera de repente sin que se diera cuenta. (1Q84, H. Murakami).

Ojalá.
Para algunos, vivir es galopar
un camino empedrado de horas,
minutos y segundos.
Yo, más humilde soy
y sólo quiero que la ola que surge
del último suspiro de un segundo
me transporte mecido
hasta el siguiente
 (Isidro Seseña)

Voy que ni toco el suelo y espantao hasta las nubes
no sé si son tus besos o este tripi que me sube.
Ya no me acuerdo de ná que todo era de colores
¿dónde estarán los besos? Se los han quedao la flores. 


Salir, beber, el rollo de siempre,
meterme 1000 rayas, hablar con la gente
llegar a la cama y jóder qué putada sin tí.


Salir, Extremoduro.
http://www.youtube.com/watch?v=0I9SXxxz17U 
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