lunes, 7 de enero de 2013

El kichó del SXXI (Reflexiones septiembre)


Reflexiones varias

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Pluma de Cisne. Maison Martin Margiela

El kichó del Siglo XXI

En la sociedad Heian japonesa, entre la aristocracia, era habitual que las damas hablaran con los caballeros a través de unos biombos y cortinas que llamabankichó. Ellos no sabían qué aspecto tenían, no podían verlas y mucho menos tocarlas. Cuando la dama en cuestión era demasiado tímida, contestaba desde el otro lado de la habitación, sin acercarse al kichó pues le intimidaba la cercanía física que se percibía a través de tan débil barrera, en ocasiones lo hacía incluso a través de una de sus amas o criadas de confianza y cuando era muy inexperta e insegura hasta dejaba que fuera alguna de ellas la que respondiera lo que se le ocurriera.
Algo parecido ha ocurrido con una amiga mía hace poco. Por una historia que no viene al caso terminó con el teléfono de un chico, amigo de un amigo (o sea que tenia alguna referencia), y empezaron a escribirse por wasapp. Estuvieron comunicándose así durante semanas, y eso que vivían en la misma ciudad. largas charlas hasta las tantas de la madrugada. Ninguno decía de conocerse (en persona, se entiende), alguna vez lo propusieron pero no cuajó y así siguieron. Me parece a mí que el móvil y más con nuevos inventos como esto de los mensajes instantáneos (gratis) es el kichó del siglo XXI.  La verdad es que las relaciones cara a cara son muy estresantes. Tienes que estar presentable, pendiente de lo que dice, de entenderlo a la primera, y en segundos dar una respuesta adecuada e interesante. Controlando los gestos, mirándole bien a él, compartiendo un contexto, una cercanía física, recibiendo toda la atención, sus miradas. 
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Es más cómodo quedarse detrás de este moderno kichó. Además, si tienes a alguien de confianza cerca puedes hasta pedirle información y que te dé una respuesta ocurrente y graciosa (¡¡ya tenemos a la doncella que responde por nosotras!!). Y cuanto más tiempo pases protegida por él, menos te va a apetecer apartar la cortina. Y es increíble las cosas que podemos desvelar tras este velo, más intimidades, nos volvemos más audaces, nos atrevemos a preguntar a insinuar a provocar. Nos volvemos otra persona, o ¿somos más nosotras mismas que nunca?
¿Hay veces que es mejor no tener contexto común? Claro, que tú puede que estés dedicándote en cuerpo y alma a la conversación en la soledad de tu dormitorio y él bebiendo una cerveza en el bar de la esquina con el fútbol de fondo y los comentarios de sus amigos. O está a varias conversaciones a la vez, o viendo una película... Pero, qué más da, ¿no? Ojos que no ven, corazón que no siente, ¿no es eso? Tiendes a pensar que el otro está igual de dedicado a la conversación que tú, ¡puede que incluso en la misma postura!
Entras en el proceso de construirle según la información que se va intercalando de sus frases y comentarios. Los japoneses del periodo Heian se intercambiaban cartas y por la caligrafía y el tipo de papel o tinta empleado descubrían el nivel de refinamiento y educación de la persona. Aquí y ahora lo más parecido serían las faltas de ortografía y forma de expresarse. Con esto puedes acercarte un poco a su nivel de estudios, pero poco más. Claro que contamos con una baza que no tenían en aquella época: las redes sociales.
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