lunes, 7 de enero de 2013

Un marido ideal. Oscar Wilde (Leer Seotiembre)


SEPTIEMBRE

Fragmentos literarios

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Un marido ideal. Oscar Wilde



- Mi padre me decía hace una hora que me fuese a la cama. No sé por qué no puedo darle a usted el mismo consejo. Siempre comunico los buenos consejos. Es lo único que se puede hacer con ellos. A uno nunca le son útiles. 


Mistress Cheveley:- (...) Usted sabe lo que es la curiosidad de una mujer ¡casi tan grande como la de un hombre! Quería conocerlo a toda costa y... pedirle que hiciera lago por mí.
Sir Robert Chiltern.- Espero que no sea poca cosa, mistress Cheveley. Las cosas pequeñas son muy difíciles de hacer.


- ¡Oh! ¿Por qué los padres siempre aparecen en el peor momento? Supongo que es algún defecto extraño de la naturaleza.


- Lord Mortlake no fue para mí más que un entretenimiento. Uno de esos aburridos entretenimientos que sólo se encuentran en una casa de campo inglesa y en un domingo inglés. No creo que nadie sea moralmente responsable de lo que se hace en una casa de campo inglesa.


...¡Oh! ¡Yo amo la sociedad de Londres! Opino que ha mejorado inmensamente. Ahora está compuesta enteramente de bellos idiotas y ocurrentes lunáticos. Exactamente como debe ser una sociedad.


- Créame Mistress Cheveley, es una estafa. Llamemos a las cosas por su propio nombre. Eso las simplifica.


- Unas cuantas tonterías pueden servir. En la vida moderna nada produce tanto efecto como una buena tontería.


- Mi querido sir Robert, usted es un hombre de mundo y tiene su precio, supongo... Hoy día todo el mundo lo tiene. Lo malo es que la mayoría de la gente es horriblemente cara. Yo se que lo soy. Espero que será usted más razonable.


- ... Ahora soy demasiado vieja para molestarme en dar buen ejemplo, pero siempre admiro a la gente que lo hace.


Lord Caversham.- ¡Oh! ¡Al diablo la simpatía! Hoy día hay demasiada.
Lord Goring.- Estoy completamente de acuerdo contigo, papá. Si hubiera menos simpatía en el mundo, tendríamos menos complicaciones.


- No sería lo bastante rico, sir Robert, para comprar su pasado. Ningún hombre lo es.


- ... Ya no tengo ni carácter. Al menos me siento tan feliz que estoy segura de no tenerlo.


- ...Supongo que cuando un hombre ha amado una vez a una mujer, lo hará todo por ella, excepto continuar amándola.


- ... Hoy día, con la manía moderna de la moralidad, todos tienen que conservar fama de pureza, incorruptibilidad y las otras siete virtudes... ¿Y cuál es el resultado? Van cayendo ustedes como los bolos...uno tras otro. No pasa un año en Inglaterra sin que alguien se hunda. Los escándalos daban encanto a un hombre, o al menos le hacían interesante... Ahora le aplastan.


-... pero ningún hombre debía tener secretos para su propia esposa. Ella invariablemente los descubre. Las mujeres tienen un maravilloso instinto de las cosas. Pueden descubrirlo todo, excepto lo evidente.


- ¿Débil? ¡Oh! Estoy harto de oír esa frase. Harto de usarla con los demás. ¡Débil! ¿Crees realmente, Arthur, que es la debilidad la que hace caer en la tentación? Hay tentaciones que requieren fuerza, fuerza y valor, para caer en ellas. Jugarse toda la vida en un solo instante, echarlo todo a una carta (...) No hay debilidad en ello. Hay un terrible, un terrible valor.


-... Cuando los dioses desean castigarnos atienden nuestros ruegos.


- ... Siempre hablo lo que no quería hablar. En realidad, usualmente te digo lo que pienso. Un gran error hoy día. Se expone uno a no ser entendido.


- ... Todo lo que sé es que la vida no puede ser entendida ni vivida sin caridad. Es el amor y no la filosofía alemana la verdadera explicación de este mundo.


Mistress Cheveley.- (...). Hoy día los padres tienen mucho que aprender de sus hijos.
Lady Markby.- ¿De veras, querida? ¿El qué?
Mistress Cheveley.- El arte de vivir. La única de las bellas artes que hemos producido en los tiempos modernos.



- ¿Sabe, Gertrude, que me importa muy poco su charla sobre moralidad? La moralidad es simplemente la actitud que adoptamos con la gente cuyo carácter nos disgusta.


- Ése fue tu error. Ésa fue tu equivocación. El error que cometen todas las mujeres. ¿Por qué no podéis amarnos con nuestros defectos? ¿Por qué nos colocáis en monstruosos pedestales? Todos tenemos los pies de barro, tanto los hombres como las mujeres; pero cuando los hombres amamos a las mujeres, las amamos conociendo sus debilidades, sus locuras, sus imperfecciones; las amamos más, si es posible, por esta razón (...) El amor de un hombre es así. Es más grande, más humano que el de una mujer.


- Temo que tiene uno de esos caracteres terriblemente débiles que no son susceptibles a la influencia.


- ¿Por qué castigarlo a él por un pecado que cometió en su juventud, antes de conocerla a usted, antes de conocerse él mismo?

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