lunes, 7 de enero de 2013

Edito julio


JULIO

Edito

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Tomas aire, todo el que puedas y... te sumerges. Bajo el agua, manteniendo la respiración, con los oídos tapados por la presión del líquido, lo poco que oyes es amortiguado, lejano. Suspendida sin gravedad, con movimientos lentos pero armónicos, deslizándote flexible, elástica. Abres los ojos y no ves más que un inmenso azul, no oyes más que los latidos de tu corazón, puedes gritar con todas tus fuerzas, dar patadas y puñetazos a la nada. Todo se ralentiza. 
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Simplemente el agua y tú. Sólo consciente de tu cuerpo, de los cambios en su interior: cómo la falta de aire se traduce en una presión de tus pulmones que parecen hincharse, subiendo la sensación de opresión hasta la garganta, en cuestión de segundos, el velo del paladar, nariz, oídos, globos oculares, sienes... Expeles el aire que te queda en los pulmones para aguantar unos segundos más y... emerges. Por fin.

Respiras una ligera bocanada de aire fresco con la que revives, calmas el dolor que empezabas a tener en el pecho, desaparece la presión en la cabeza y te embarga una sensación de alegría, paz y euforia.

Tantos días nos gustaría poder estar las 24 horas en esa especie de limbo, el de los primeros segundos bajo el agua, en plena libertad, meciéndonos a la deriva sin enterarnos de nada y ajena a lo que ocurre ahí fuera, donde respiras. ¿Cuánto se puede aguantar así? Indiferentes a lo que pase...
¿No será horrible, todo mucho peor, cuando emerjamos para enterarnos? Hay veces que sí, hay veces que no. 
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Ocasiones en las que las cosas se complican cuando hacemos como si no existieran... Ocasiones en las que se solucionan solas, como por arte de birlibirloque. O, si no solucionadas, con el resultado listo para asimilar, habiéndonos saltado todo el proceso de ver los derroteros que estaban tomando las cosas, preocuparnos, temer lo inevitable, las dudas, la incertidumbre, cómo actuar, (¿actuar?, ¿qué se espera de mí? ),

(Alice tragó tres dedos de leche hirviendo que le quemó sucesivamente la lengua, el esófago y el estómago.
- Bien, y ahora demuestra quién eres, ¿vale?
¿Y quién soy?, pensó ella)
(La soledad de los números primos. Paolo Giordano).


los temores fundados, los infundados, anticipándonos, adelantándonos, imaginando... Las posibilidades posibles y las imposibles, con todo sacado de quicio, exagerado, histriónico, al nivel de paranoia, de locura... Porque no se han cumplido nuestros temores. Porque si se cumplen, incluso si se superan, te dices: "¿cómo he podido ser tan inocente? Y yo que creía que eso era lo peor que podía pasar...", con la cabeza corriendo, al galope y desbocada pensando en todas las posibilidades, poniéndonos en lo peor, recordando las terribles experiencias que hayan llegado a nuestros oídos, y la angustia crece como una marea enorme oscura y viscosa que lo cubre todo, arrasa con todo lo que hay a su paso ocupando, inundando e impregnando aquello que somos, nuestros lugares de seguridad (safety place), nuestras convicciones, nuestras agarraderas, nuestros convencimientos, nuestra "cordura", y ya no podemos pensar en nada, sólo estar a merced del miedo, de nuestra imaginación, del lado oscuro de ella, de nuestra mente y nuestro subconsciente, de lo lógico y lo absurdo.

La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.
(Brooklin Follies, Paul Auster).


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Pero esa historia puede ser un mundo paralelo donde escapar y vivir un cuento, o un mundo de terror y desesperación, no somos tan independientes de la realidad exterior, de las cosas que pasan. Toda cara tiene su cruz. El realismo y pragmatismo desaparecen de golpe cuando nos sentimos amenazados pero no sabemos el alcance de esa amenaza.
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Paranoia Archive, Sara Cwynar
La incertidumbre, el no saber y las paranoias y galopes mentales resultado de ello, en ocasiones resultan ser mucho peor, montamos grandes problemas, inventamos represalias terribles, intrigas, complicaciones, enrevesamientos. Vemos miradas donde no las hay, relacionamos cosas que no son, atamos cabos que no existen. Y según el temple de cada uno, y de lo que nos aprieten las tuercas, podemos llegar a estallar.

Me acuerdo de la historia del gato, de aquel señor al que se le pincha la rueda del coche cerca de la finca de su vecino y decide ir a pedirle un gato para elevar el vehículo. Por el camino va acordándose de los problemas que han tenido y se va diciendo:"Seguro que no me lo deja por aquella vez que discutimos de bla, bla, bla, y aquella otra en la que le dije que tal y cual... y va montándose la película y enfureciéndose hasta que llega a la puerta del vecino, llama, y nada más abrir el otro, le suelta: "¿Sabes qué te digo? ¡Que te metas el gato por donde te quepa!".

Por tanto, pasaríamos ciertas temporadas sumergidas, en un espacio sin gravedad, sin ruidos, suspendidas en el líquido y apareceríamos cuando las cosas hubieran cambiado. Si pudiéramos...

El mes de julio se ha concebido como un número dedicado al agua. Al líquido donde nos gustaría estar sumergidas las 24 horas, la mayor parte de los días, con cabeza incluida. 
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The Underwater Mermaid, Annie Collinge
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The Underwater Mermaid, Annie Collinge
Moda y Belleza muestra todos los tonos imaginables de azul y a sus ficticias habitantes marinas, las sirenas. Trajes drapeados, deshechos, deshilachados, decolorados tye-dye, tonos metálicos, marítimos, como si acabáramos de llegar de viaje desde las profundidades marinas. Diferentes opciones para el pelo, los refrescantes mojados "recién salidas del agua" o todos aquellos que emulan a los bellos seres de cola de pez: trenzas, largos cabellos lisos, ondas marinas...  
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Tim Walker
En Plástica tenemos las fotografías de dos artistas que se han especializado en las instantáneas acuáticas, coinciden en utilizar el blanco y negro por lo que resultan refrescantes pero de un modo silencioso y sereno. También la serie Into the Blue de la pintora mexicana Alejandra Freymann, los diferentes tonos de azul y los paisajes solitarios refrescan y calman. El descubrimiento de Natalie Shau, ilustradora lituana que con su estética gótica de personajes femeninos, solitarios de miradas penetrantes y serenas en espacios desolados e inertes congelan más que cualquier jarro de agua fría. 
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Y como siempre música que nos ronda la cabeza, aunque no sea el último hit, ni mucho menos, y frasecitas e imágenes para reflexionar, para llevarnos dentro del agua, para sumergirnos en ellas y no pensar en otras cosas, en lo que nos preocupa de veras. Evasión. Para eso es el verano y sus vacaciones, ¿no? Para escapar de la vida que llevamos durante el año. Nos vamos una semana a cualquier sitio lo más diferente posible a donde pasamos el día a día y nos obligamos a desconectar, a no mirar el email, a no estar pendientes del teléfono, a no pensar ni hablar del trabajo o de la vida cotidiana. ¿Tan horrible es la rutina diaria de la gente, durante 11 meses, para que salgan como torillos a sus destinos de vacaciones? ¿O es que eso es lo que se espera de nosotros? Se lee por ahí: "por fin de vacaciones", "adiós ciudad", "tres días para volver", con icono de cara triste incluido... Porque se supone que nuestra vida es gris, aburrida, estresante... Y las vacaciones van a ser una maravilla, que necesitamos escapar.
Tal vez hay que desconectar y escapar varias veces al día.
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Jumping into a Pool, Helmut Newton style
Saltar al agua y quedarse un rato ahí dentro. Modo Off On.
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Tracey Emin

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